viernes, 6 de diciembre de 2019

Decálogo para cuentistas

Decálogo para cuentistas

1. El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector pueda a su vez contarlo.
2. La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada, y si es inventada, real.
3. El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.
4. La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no sirve como cuento.
5. El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin aspavientos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.
6. El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.
7. El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.
8.  El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.
9. En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.
10. El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.


Julio Ramon Riveiyro
[Decálogo: Texto completo]

¿Cómo escribe Javier Velazco?

“Dice Javier Marías que hay escritores que escriben con mapa y hay quienes escriben con brújula. Como yo no tengo brújula, lo hago mirando a las estrellas, luego me pierdo en la narración y suelo llegar al final por puro impulso de las vísceras. Escribo con el estómago y no lo pienso mucho“.
Dice que piensa mucho cada obra, pero no le sirve de nada, porque a pesar de que investiga sobre la historia y los personajes, al final termina contradiciendo todo lo que al principio pensaba y planeó. “De hecho escribo la historia para enterarme en qué termina. Tengo más fe en los instintos que en el raciocinio“. 
 Yo no creo en la inspiración. Creo en la transpiración. Es decir, el tiempo que uno se sienta y realmente se pone a tratar de escribir. No sé si en ese momento se me vendrá a la mente algo que sucedió hace diez años o algo que sucedió hace cuarenta, o algo que me imaginé hace cinco minutos. Eso no lo sé. Ignoro de antemano de qué zona de la realidad voy a tomar lo que necesito para mi novela porque no sé qué pasa con ella. La novela es una gran aventura, no sé de dónde la voy a sacar, seguramente de donde pueda, desesperadamente, como casi siempre.
Eva Usi, 2014.
https://m.dw.com/es/xavier-velasco-el-chico-terrible-de-la-literatura-mexicana/a-17988715

miércoles, 4 de diciembre de 2019

y cuando despertó

Y cuando despertó el dinosaurio ya no estaba ahí, ni ella, ni la Smart tv, ni el refrigerador, ni la sala. 

martes, 3 de diciembre de 2019

¿Así que quieres ser escritor?


Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del computador
o clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa solo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.
Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.
Si primero tienes que leerlo a tu esposa
o a tu novia o a tu novio
o a tus padres o a cualquiera,
no estás preparado.
No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos.
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
o hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.


¿Así que quieres ser escritor?
Charles Bukowski

Decálogo del perfecto cuentista, Horacio Quiroga,

I
Cree en un maestro -Poe, Maupassant,
Kipling, Chejov- como en Dios mismo.
II
Cree que su arte es una cima inaccesible.
No sueñes en domarla. Cuando puedas
hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú
mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero
imita si el influjo es demasiado fuerte.
Más que ninguna otra cosa, el desarrollo
de la personalidad es una larga paciencia
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el
triunfo, sino en el ardor con que lo
deseas. Ama a tu arte como a tu novia,
dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la
primera palabra adónde vas. En un
cuento bien logrado, las tres primeras
líneas tienen casi la importancia de las
tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta
circunstancia: "Desde el río soplaba el
viento frío", no hay en lengua humana
más palabras que las apuntadas para
expresarla. Una vez dueño de tus
palabras, no te preocupes de observar si
son entre sí consonantes o asonantes.
VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán
cuantas colas de color adhieras a un
sustantivo débil. Si hallas el que es
preciso, él solo tendrá un color
incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus personajes de la mano y
llévalos firmemente hasta el final, sin ver
otra cosa que el camino que les trazaste.
No te distraigas viendo tú lo que ellos no
pueden o no les importa ver. No abuses
del lector. Un cuento es una novela
depurada de ripios. Ten esto por una
verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
No escribas bajo el imperio de la emoción.
Déjala morir, y evócala luego. Si eres
capaz entonces de revivirla tal cual fue,
has llegado en arte a la mitad del camino
X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en
la impresión que hará tu historia. Cuenta
como si tu relato no tuviera interés más
que para el pequeño ambiente de tus
personajes, de los que pudiste haber sido
uno. No de otro modo se obtiene la vida
del cuento.


Decálogo del perfecto cuentista, Horacio Quiroga,