sábado, 18 de noviembre de 2017

Vs mi mismo

Me enfrenté a mí mismo para vencer mis miedos.... Y perdí

martes, 7 de noviembre de 2017

Cruz de navajas. Mecano

A las cinco se cierra la barra del treinta y tres
Pero mario no sale hasta las seis
Y si encima le toca hacer caja, despídete
Casi siempre se le hace de día
Mientras maría ya se ha puesto en pie
Ha hecho la casa, ha hecho hasta café
Y le espera medio desnuda

Mario llega cansado y saluda, sin mucho afán
Quiere cama pero otra variedad
Y maría se moja las canas en el café

Magdalenas del sexo convexo
Luego al trabajo
En un gran almacén
Cuando regresa no hay más que un somier
Taciturno que usan por turnos

Cruz de navajas por una mujer
Brillos mortales despuntan al alba
Sangres que tiñen de malva el amanecer

Pero hoy como ha habido redada en el treinta y tres
Mario vuelve a las cinco menos diez
Por su calle vacía a lo lejos solo se ve
A unos novios comiéndose a besos
El pobre mario se quiere morir
Cuando se acerca para descubrir
Que es maría con compañía

Cruz de navajas por una mujer
Brillos mortales despuntan al alba
Sangres que tiñen de malva el amanecer

Sobre mario de bruces tres cruces
Una en la frente la que más dolió
Otra en el pecho la que le mató
Y otra miente en el noticiero
Dos drogadictos en plena ansiedad
Roban y matan a mario postigo
Mientras su esposa es testigo desde el portal

En vez de cruz de navajas por una mujer
Brillos mortales despuntan al alba
Sangres que tiñen de malva el amanecer

Pedro Navajas. Ruben Blades.


Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar
Con el tumbao' que tienen los guapos al caminar
Las manos siempre en los bolsillos de su gabán
Pa' que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal

Usa un sombrero de ala ancha de medio lao
Y zapatillas por si hay problemas salir volao'
Lentes oscuros pa' que no sepan qué está mirando
Y un diente de oro que cuando rie se ve brillando

Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer
Va recorriendo la acera entera por quinta vez
Y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar
Que el día está flojo y no hay clientes pa' trabajar

Un carro pasa muy despacito por la avenida
No tiene marcas pero toos' saben ques' policia uhm
Pedro Navaja las manos siempre dentro el gabán
Mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar

Mientras camina pasa la vista de esquina a esquina
No se ve un alma está desierta toa' la avenida
Cuando de pronto esa mujer sale del zaguán
Y Pedro Navaja aprieta un puño dentro 'el gabán

Mira pa' un lado mira pal' otro y no ve a nadie
Y a la carrera pero sin ruido cruza la calle
Y mientras tanto en la otra acera va esa mujer
Refunfuñando pues no hizo pesos con qué comer

Mientras camina del viejo abrigo saca un revolver, esa mujer
Iba a guardarlo en su cartera pa' que no estorbe
Un treinta y ocho esmithanhueson del especial
Que carga encima pa' que la libre de todo mal

Y Pedro Navaja puñal en mano le fue pa' encima
El diente de oro iba alumbrando
Toa' la avenida, se le hizo facil
Mientras reia el puñal le hundía sin compasión
Cuando de pronto sonó un disparo como un cañon

Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía, a esa mujer
Que revolver en mano y de muerte herida ahí le decía
Yo que pensaba hoy no es mi día estoy salá
Pero pedro navaja tu estas peor, no estas en na

Y creanme gente que aunque hubo ruido nadien salió
No hubo curiosos, no hubo preguntas nadie lloró
Sólo un borracho con los dos cuerpos se tropezo
Cojio el revolver, el puñal, los pesos y se marchó
Y tropezando se fue cantando desafinao'
El coro que aqui les traje y da el mensaje de mi cancion

La vida te da sorpresas. sorpresas te da la vida ay dios
Pedró Navajas matón de esquina
Quien a hierro mata, a hierro termina

La vida te da sorpresas
Sorpresas te da la vida ay dios
Valiente pescador, al anzuelo que tiraste
En vez de una sardina, un tiburón enganchaste

La vida te da sorpresas
Sorpresas te da la vida, ay dios
Ocho millones de historias tiene la ciudad de Nueva York

La vida te da sorpresas

domingo, 5 de noviembre de 2017

El ladrón de sábado. Gabriel García Márquez

Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.

A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta. Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en un casete, hablan sobre música y músicos. Ana se arrepiente de dormirlo pues Hugo se comporta tranquilamente y no tiene intenciones de lastimarla ni violentarla, pero ya es tarde porque el somnífero ya está en la copa y el ladrón la bebe toda muy contento. Sin embargo, ha habido una equivocación, y quien ha tomado la copa con la pastilla es ella. Ana se queda dormida en un dos por tres.

A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con una cobija, en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a sentir una extraña felicidad.

En esos momentos una amiga pasa para invitarla a comer. Hugo se pone nervioso pero Ana inventa que la niña está enferma y la despide de inmediato. Así los tres se quedan juntitos en casa a disfrutar del domingo. Hugo repara las ventanas y el teléfono que descompuso la noche anterior, mientras silba. Ana se entera de que él baila muy bien el danzón, baile que a ella le encanta pero que nunca puede practicar con nadie. Él le propone que bailen una pieza y se acoplan de tal manera que bailan hasta ya entrada la tarde. Pauli los observa, aplaude y, finalmente se queda dormida. Rendidos, terminan tirados en un sillón de la sala.

Para entonces ya se les fue el santo al cielo, pues es hora de que el marido regrese. Aunque Ana se resiste, Hugo le devuelve casi todo lo que había robado, le da algunos consejos para que no se metan en su casa los ladrones, y se despide de las dos mujeres con no poca tristeza. Ana lo mira alejarse. Hugo está por desaparecer y ella lo llama a voces. Cuando regresa le dice, mirándole muy fijo a los ojos, que el próximo fin de semana su esposo va a volver a salir de viaje. El ladrón de sábado se va feliz, bailando por las calles del barrio, mientras anochece.

FIN