miércoles, 25 de diciembre de 2013

No estas deprimido, estás distraido

-NO ESTAS DEPRIMIDO ESTÁS DISTRAIDO-
(Texto integro)

Distraído de la vida que te puebla. Tienes
corazón, cerebro, alma y espíritu, entonces
cómo puedes sentirte pobre y desdichado.
Distraído de la vida que te rodea, delfines,
bosques, mares, montañas, ríos…
No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre
por un ser humano, cuando en el mundo hay
5.600 millones.
Además nos es tan malo vivir solo, yo la paso
bien decidiendo a cada instante lo que quiero
hacer y gracias a la soledad, me conozco, algo
fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente
viejo porque tiene 70 años, olvidando que
Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubinstein,
interpretaba como nadie a Chopin a los 90, por
sólo citar dos casos conocidos. 

NO ESTAS DEPRIMIDO ESTAS DISTRAIDO.
Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible porque todo te fue dado, no hiciste ni un solo pelo de tu cabeza, por lo tanto no puedes ser dueño de nada.
Además la vida no te quita cosas, te libera de cosas, te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud.
De la cuna a la tumba, es una escuela, por eso lo que llamas problemas son lecciones y la vida es dinámica, por eso está en constante movimiento.
Por eso sólo debes estar atento al presente, por eso mi madre decía: “Yo me encargo del presente, el futuro es asunto de Dios”.
Por eso Jesús decía: “el mañana no interesa, él traerá nueva experiencia, a cada día le basta con su propio afán”.

No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el AMOR, sigue en tu corazón.
Quien podría decir que Jesús está muerto. No hay muerte, hay mudanza, y del otro lado te espera gente maravillosa. Gandhi, Miguel Angel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y madre, que creía que en la pobreza está más cerca del AMOR, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja porque nos hace desconfiados.

No encuentras la felicidad y… ¡ es tan fácil!. Sólo debes escuchar a tu corazón, antes de que intervenga tu cabeza, que está condicionada por la memoria, que complica todo con cosas viejas, con órdenes del pasado, con  prejuicios que enferman y encadenan. La cabeza que divide, es decir, empobrece. La cabeza no acepta que la vida es como es, no como debería ser.

Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está bendito y condena al éxito, que deberá llegar cuando deba porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente.
No hagas nada por obligación, ni por compromiso, sino por AMOR. Entonces, habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible, sin esfuerzos, porque te mueve la fuerza natural de la vida. La que me levantó, cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija. La que me mantuvo vivo, cuando los médicos me diagnosticaban, 3 ó 4 meses de vida.

Dios te puso un ser humano a cargo y ese eres tú. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Recuerda a Jesús: “amarás al prójimo como a ti mismo”. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estas viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz porque la felicidad es una adquisición, no algo que te llegará de afuera. Además, la felicidad, no es un derecho sino un deber, porque si no eres feliz estas amargando a todo el barrio.

Un sólo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó a matar seis millones de hermanos judíos. Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso en la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo.
Tenemos para gozar la nieve del invierno y la
flor de la primavera, el chocolate de la Peruggia,
la baguette francesa, los tacos mexicanos, el
vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los
brasileros y los cigarros de Davidoff, las mil y
una noches, La Divina Comedia, El Quijote,
Pedro Páramo, los boleros de Manzanero, la
poesía de Whitman… Mahler, Brahms, Ravel,
Debussy, Mozart, Chopin, Beethoven,
Caravaggio, Rembrandt, Velásquez, Cézanne,
Picasso y Tamayo… entre tantas maravillas.

Si tienes cáncer o SIDA, pueden pasar dos cosas, las dos son buenas. Si te gana, !te liberas del cuerpo que es tan molesto!. “Tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas”. Si le ganas a esto; serás más humilde, más agradecido, por lo tanto fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.

NO ESTAS DEPRIMIDO, ESTAS DESOCUPADO.

Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además el servicio es una felicidad segura, así como gozar de la naturaleza y cuidarla para el que vendrá.

Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado, y más aún, hasta convertirte en el mismísimo AMOR. Que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas.
El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso . Una bomba, hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida.
El bien se alimenta de sí mismo. El mal, se destruye asimismo. Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio…

NO ESTÁS DEPRIMIDO, ESTÁS DISTRAÍDO.

Facundo Cabral (cantautor argentino)

martes, 17 de diciembre de 2013

Cruces. George Saunders

Cruces

George Saunders

Todos los años, después de la cena de Acción de Gracias, mi padre sacaba el disfraz de Santa Claus y lo arrastraba hasta una suerte de cruz metálica que había levantado en el jardín. Nosotros formábamos una piña detrás de él y le seguíamos hasta que colocaba allí el disfraz. Durante la semana previa a la Super Bowl, la cruz lucía un jersey y el casco de Rod, y si este quería coger el casco, primero tenía que pedirle permiso a mi padre. El cuatro de julio, la cruz se convertía en el Tío Sam; el Día de los Veteranos, era un soldado; y en Halloween, un fantasma. Aquella cruz era la única concesión de mi padre a las fiestas. Por lo demás, no nos permitía sacar de la caja más de un lápiz de cera a la vez; una Nochebuena le gritó a Kimmie por desperdiciar un trozo de manzana; cada vez que nos poníamos kétchup, lo teníamos a él encima diciendo «Vale, vale, ya basta»; y en las fiestas de cumpleaños había magdalenas en lugar de helado. La primera vez que llevé allí a una cita, la chica me preguntó: «¿Qué es lo que pasa con tu padre y ese poste?», y lo único que pude hacer fue quedarme sentado pestañeando tontamente.

Con el tiempo, Kimmie, Rod y yo nos marchamos, nos casamos, tuvimos hijos y vimos florecer también en nosotros una semilla de mezquindad. Mientras tanto, mi padre empezó a vestir la cruz de forma cada vez más compleja y siguiendo una lógica apenas perceptible. El Día de la Marmota le puso una especie de abrigo de piel y colocó un foco para asegurar la sombra. Después de un terremoto que sacudió Chile, la tumbó y pintó una grieta en el suelo con un aerosol. Cuando mi madre murió, disfrazó a la cruz de Muerte y colgó del travesaño fotos de ella cuando era un bebé. Siempre que pasábamos por allí, encontrábamos amuletos extraños de su juventud dispuestos en torno a la base del poste: medallas del ejército, entradas de teatro, sudaderas viejas o tubos de maquillaje de mi madre.

Un otoño pintó la cruz de amarillo, la cubrió de algodón para proporcionarle abrigo ese invierno y le aseguró descendencia cruzando seis palos de madera y clavándolos a martillazos en diversos puntos del jardín. Tendió cuerdas entre la cruz grande y las tres pequeñas y pegó en ellas, utilizando cinta adhesiva, fichas de archivo en las que pedía disculpas, admitía errores y rogaba comprensión, todo con una caligrafía frenética. Colgó de la cruz metálica un rótulo en el que había escrito AMOR, hizo otro en el que escribió ¿ME PERDONAS? y murió en el vestíbulo con la radio encendida. Poco después le vendimos la casa a una pareja joven que arrancó todo aquello y lo dejó en la calle el día de recogida de basura.

(Traducido por Daniel Weller)

El fenómeno George Saunder


El fenómeno George Saunders
Los nuevos relatos del cuentista estadounidense, orgulloso aprendiz de
Raymond Carver, llegan a las librerías españolas tras un colosal éxito
de crítica y público en su país

Andrea Aguilar Nueva York 17 DIC 2013
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/16/actualidad/1387224352_195274.html

Cabría pensar que la nominación a los National Book Awards de 2013 ha
marcado un punto de inflexión en la carrera del cuentista George
Saunders (Amarillo, 1958), pero lo cierto es que a estas alturas su
última colección, 10 de diciembre (Alfabia), le ha llevado a los
primeros puestos de las listas de venta, ha sido saludada por The New
York Times como “el mejor libro que puedes leer este año” y ha
convertido su nombre en uno de los más populares del panorama
literario de EE UU. La víspera de la entrega de los premios, Saunders
ni había preparado un discurso. “Sería casi dar por hecho que voy a
ganar”, decía despreocupado, mientras caminaba por la Quinta Avenida.
Su mujer, Paula, tenía cita en la peluquería, habían comprado un
vestido negro para la fiesta. Espontáneo, sacaba el móvil para mostrar
una imagen, y contaba que siempre que dejan su casa en el campo por la
ciudad se sienten abrumados el primer día. En los Catskills han
construido un hogar donde poder concentrarse en “crear”.

Quizá el germen del fenómeno Saunders fue la beca MacArthur, la
llamada beca de los genios, que recibió en 2006. “No nos cambió tanto
la vida, pero fue estupendo poder pagar una buena universidad a mis
dos hijas, en eso lo invertimos”, explica, antes de añadir que el
efecto fue sobre todo psicológico. Este licenciado en ingeniería de
minas y profesor de escritura en la Universidad de Siracusa al fin
sintió que “un opresivo techo se levantaba” y que la beca decía que
tenía algo bueno que ofrecer.

Años antes, cuando estudiaba ingeniería en Texas, un cuento de Raymond
Carver le marcó profundamente y es esa América que retrató el padre
del realismo sucio la que se halla en los relatos de Saunders: en la
depauperada familia que vende un cachorro y tiene a su hijo atado a
una cadena en el jardín; en el preso que cumple condena como conejillo
de indias de una farmacéutica; o en el enfermo de cáncer que se va a
un bosque para acabar con su vida. El propio autor se acercó a ese
otro lado cuando luchaba por salir adelante como escritor tras dejar
atrás su carrera de ingeniero con una petrolera en Sumatra y fue
admitido en el curso de escritura creativa de Siracusa, el mismo donde
imparte clases y donde las recibió de Tobias Wolff.

Cuenta Saunders que su punto de partida era conservador, votó a Reagan
y leía Ayn Rand, pero su trabajo fuera de EE UU le presentó otra
perspectiva de la explotación, algo que coincidió con la quiebra del
negocio de su padre. “Mi trabajo como ingeniero provocó el despertar
de una conciencia social”, explica. Y le inculcó un inaudito tesón
para trabajar en sus historias, algunas de las cuales le han llevado
hasta 14 años. Saunders busca una lógica interna y trabaja con
innumerables variaciones a partir de las voces con las que arranca.
“Nunca sé adónde van mis historias, es algo a lo que llego a través de
muchas revisiones, en las que trato de leer desde fuera”, dice. “A los
55 años aún no sé cómo acabar una historia, es algo que llega tras
mucho trabajo en busca de ese momento que no deja escaparse al
lector”.

En el universo de Saunders hay distopía, ningún miedo al lado oscuro,
y humor. Dice que en 10 de diciembre se acerca a los precipicios pero
los protagonistas no caen siempre, quizá porque, como apunta, los años
le han alejado de la tragedia y le han acercado a algunas verdades
optimistas, a la vez que el público en Estados Unidos parece sentirse
más cómodo ante su sátira salvaje. “Quizá la mayor diferencia frente
al tiempo del que hablaba Carver es que hoy la cultura es materialista
sin remordimiento y la gente que lo pasa mal está más sola. La clase
media de Updike hoy sería media-alta. El poder de las grandes
corporaciones tiene que ver”, apunta. “Son tan seductoras que se ha
perdido el sentimiento crítico hacia ellas. También hay una negación
de otros valores quizá más espirituales, la gente no parece estar en
contacto con otros más desfavorecidos que ellos. Queremos estar
cómodos, sanos y ser ricos, pero hay cierta opresión también en esto”.
Son las contradicciones, la seducción ante la que todos caemos
rendidos y el mal escondido lo que interesa a este escritor: “Creo que
uno debe sentirse de dos o tres formas distintas a la vez sobre una
misma cosa”.

A mis 55 años todavía no sé cómo acabar una historia", afirma el escritor
Saunders habla de un amor-odio con la cultura pop estadounidense, esa
que disecciona en sus cuentos, replicando las voces de adolescentes,
soldados veteranos o mánagers. “Creo que uno tiene una caja en su
interior donde van a parar las voces refinadas o populares y empiezas
a imitar, pero acaba por generar algo nuevo”, explica. Las voces de su
infancia reunían la cadencia sureña de la familia de su madre y el
ritmo político del Chicago de los sesenta, la ciudad de la familia de
su padre donde creció. En las reuniones familiares ser un buen
narrador o saber contar un chiste era algo que puntuaba. Saunders, sin
duda, aprendió la lección.