martes, 17 de diciembre de 2013

El fenómeno George Saunder


El fenómeno George Saunders
Los nuevos relatos del cuentista estadounidense, orgulloso aprendiz de
Raymond Carver, llegan a las librerías españolas tras un colosal éxito
de crítica y público en su país

Andrea Aguilar Nueva York 17 DIC 2013
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/16/actualidad/1387224352_195274.html

Cabría pensar que la nominación a los National Book Awards de 2013 ha
marcado un punto de inflexión en la carrera del cuentista George
Saunders (Amarillo, 1958), pero lo cierto es que a estas alturas su
última colección, 10 de diciembre (Alfabia), le ha llevado a los
primeros puestos de las listas de venta, ha sido saludada por The New
York Times como “el mejor libro que puedes leer este año” y ha
convertido su nombre en uno de los más populares del panorama
literario de EE UU. La víspera de la entrega de los premios, Saunders
ni había preparado un discurso. “Sería casi dar por hecho que voy a
ganar”, decía despreocupado, mientras caminaba por la Quinta Avenida.
Su mujer, Paula, tenía cita en la peluquería, habían comprado un
vestido negro para la fiesta. Espontáneo, sacaba el móvil para mostrar
una imagen, y contaba que siempre que dejan su casa en el campo por la
ciudad se sienten abrumados el primer día. En los Catskills han
construido un hogar donde poder concentrarse en “crear”.

Quizá el germen del fenómeno Saunders fue la beca MacArthur, la
llamada beca de los genios, que recibió en 2006. “No nos cambió tanto
la vida, pero fue estupendo poder pagar una buena universidad a mis
dos hijas, en eso lo invertimos”, explica, antes de añadir que el
efecto fue sobre todo psicológico. Este licenciado en ingeniería de
minas y profesor de escritura en la Universidad de Siracusa al fin
sintió que “un opresivo techo se levantaba” y que la beca decía que
tenía algo bueno que ofrecer.

Años antes, cuando estudiaba ingeniería en Texas, un cuento de Raymond
Carver le marcó profundamente y es esa América que retrató el padre
del realismo sucio la que se halla en los relatos de Saunders: en la
depauperada familia que vende un cachorro y tiene a su hijo atado a
una cadena en el jardín; en el preso que cumple condena como conejillo
de indias de una farmacéutica; o en el enfermo de cáncer que se va a
un bosque para acabar con su vida. El propio autor se acercó a ese
otro lado cuando luchaba por salir adelante como escritor tras dejar
atrás su carrera de ingeniero con una petrolera en Sumatra y fue
admitido en el curso de escritura creativa de Siracusa, el mismo donde
imparte clases y donde las recibió de Tobias Wolff.

Cuenta Saunders que su punto de partida era conservador, votó a Reagan
y leía Ayn Rand, pero su trabajo fuera de EE UU le presentó otra
perspectiva de la explotación, algo que coincidió con la quiebra del
negocio de su padre. “Mi trabajo como ingeniero provocó el despertar
de una conciencia social”, explica. Y le inculcó un inaudito tesón
para trabajar en sus historias, algunas de las cuales le han llevado
hasta 14 años. Saunders busca una lógica interna y trabaja con
innumerables variaciones a partir de las voces con las que arranca.
“Nunca sé adónde van mis historias, es algo a lo que llego a través de
muchas revisiones, en las que trato de leer desde fuera”, dice. “A los
55 años aún no sé cómo acabar una historia, es algo que llega tras
mucho trabajo en busca de ese momento que no deja escaparse al
lector”.

En el universo de Saunders hay distopía, ningún miedo al lado oscuro,
y humor. Dice que en 10 de diciembre se acerca a los precipicios pero
los protagonistas no caen siempre, quizá porque, como apunta, los años
le han alejado de la tragedia y le han acercado a algunas verdades
optimistas, a la vez que el público en Estados Unidos parece sentirse
más cómodo ante su sátira salvaje. “Quizá la mayor diferencia frente
al tiempo del que hablaba Carver es que hoy la cultura es materialista
sin remordimiento y la gente que lo pasa mal está más sola. La clase
media de Updike hoy sería media-alta. El poder de las grandes
corporaciones tiene que ver”, apunta. “Son tan seductoras que se ha
perdido el sentimiento crítico hacia ellas. También hay una negación
de otros valores quizá más espirituales, la gente no parece estar en
contacto con otros más desfavorecidos que ellos. Queremos estar
cómodos, sanos y ser ricos, pero hay cierta opresión también en esto”.
Son las contradicciones, la seducción ante la que todos caemos
rendidos y el mal escondido lo que interesa a este escritor: “Creo que
uno debe sentirse de dos o tres formas distintas a la vez sobre una
misma cosa”.

A mis 55 años todavía no sé cómo acabar una historia", afirma el escritor
Saunders habla de un amor-odio con la cultura pop estadounidense, esa
que disecciona en sus cuentos, replicando las voces de adolescentes,
soldados veteranos o mánagers. “Creo que uno tiene una caja en su
interior donde van a parar las voces refinadas o populares y empiezas
a imitar, pero acaba por generar algo nuevo”, explica. Las voces de su
infancia reunían la cadencia sureña de la familia de su madre y el
ritmo político del Chicago de los sesenta, la ciudad de la familia de
su padre donde creció. En las reuniones familiares ser un buen
narrador o saber contar un chiste era algo que puntuaba. Saunders, sin
duda, aprendió la lección.

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