viernes, 1 de marzo de 2019

La que llaman Samanta

LA QUE LLAMAN SAMANTA...
(continuación de "Por un dulce... De Princesa a Samanta")
Autor: Juan Carlos Carvajal Escalante.

Soy una mujer. Una mujer que siente, que sufre, que llora, pero que también es fuerte; una mujer que se apasiona, que tiene momentos de locura, que siente culpas, que lucha, que puede ser tranquila pero también atrevida. Una mujer que sabe la diferencia entre puta y prostituta: la primera es la que coge porque sí y la segunda es la que vende su cuerpo por dinero. Yo no lo vendo ni cojo porque sí. Yo amo el sexo. Lo hago porque me gusta aunque no sea mi felicidad... Y si supieran que, aún ando en busca de mi felicidad. El sexo es otra cosa, solo eso, y el dinero solo un bien necesario en esta mierda de mundo a la que vine a ser criticada y a criticar... Soy esa misma a la que llaman Samanta, por culpa de alguien más... Ése no es mi nombre.
Sí, he hecho cosas que no imaginan y quizás de las peores, pero, ¿qué me dan acaso ustedes para rendirles cuenta de mis acciones?

-'Todo sucedió y así pasó. Sabes que nada sucede porque sí. Así debían ser las cosas'- Eso siempre me repito yo.

Algunos me llaman loca, por alguien más a quien no conocen... Otros me llaman delincuente por algo que no hice. Se ha especulado de mí tantas cosas. Se me ha tildado de cosas por culpa de alguien más... Han dicho mucho de mi, incluso hasta se han atrevido a decir qué clase de vida he llevado. Una vida que en realidad no he llevado. Tengo a un gran amigo que hoy yace en una tumba, pero que visito a diario. Un amigo que se acercó a mí no por sexo sino por ser parte de mi. Y es que ha sido tan parte de mí, que a veces siento que esta historia que relato no es sobre mi sino de él... O que al hablar de él realmente hablo de mi... ¡Qué importa! Igual Mateo ya está muerto...

¿Por qué me dejaste Mateo? ¿Por qué te fuiste si eras mi más grande amigo, mi único y verdadero refugio? ¿Por qué no vuelves y me hablas y me preguntas cómo estuvo mi día? ¡Lo necesito! ¡Te necesito!

¿Saben? Lo último que me dijo Mateo antes de irse estuvo en una nota, -'Te quiero, Samanta'-, y yo no pude responderle: -'Yo también'-. Él conocía todo de mi. Él conocía mis miedos. Mis mayores sueños y mi fragilidad. Conocía mis pasos antes de que intentara dejar huella. También debo reconocer que, fue el mejor en la cama conmigo. ¡Me hizo sentir mujer! ¡Me azotó con ganas! ¡Siempre me hacía repetirle una y otra vez que yo era su prostituta! ¡Me decía cosas sucias y yo adoraba que las dijera! ¡Me excitaba, no lo puedo negar! ¡Me estremeció! ¡Me supo hacer sentir sus manos entalladas en mi piel! Pero lo más lindo que pude conocer de él, fue esa parte de mi que él me hizo conocer. Esa parte que desconocía guardaba bien adentro de mi ser. Me hizo sentir amada... Me hizo sentir que nada sucede porque sí. Que él era para mí. Que yo era para él.
Íbamos a a tener una hija. Ya tenía mis 9 meses de embarazo. Sólo esperaba el momento de dar a luz...

Mateo, él era frágil. Solía tener pesadillas, solía sentir miedo. Solía estar solo. Tenía complejos. Tenía delirios. Es irónico, hablar de él es como si me describiera también a mi. ¿Será que es cierto lo que dice la gente de mi? ¿Será que en serio sí estoy loca? ¡Bah!

Un 10 de enero, 3 meses después del nacimiento de nuestra hija, fue la última vez que lo pude ver. Esa vez luego de caminar juntos con nuestra pequeña niña por el malecón de la ciudad, luego de habernos tomado un jugo natural, volvimos a subir al coche, y ya adentro le dije que ya no quería que me volviera a decir que yo era su prostituta. Que no quería que me hiciera repetirle esas palabras sucias cuando tuviéramos sexo. Que yo no quería ser su puta. Yo quería ser su mujer. Que yo quería que me dijera cosas distintas. Yo no quería vivir de aquel cruento pasado. No quería volver a recordar lo que había vivido. Yo quería una familia. Un hogar. Un hombre a mi lado, y no sentir que el amor de mi vida me tratara como si fuera una basura, como si en vez de ser mi amor fuera un cliente. Cuando yo jamás he sido una prostituta. No quería sentirme más así, porque ya teníamos una hija. Quería ser feliz con él. Quería ya mi familia...
Pero... Luego de eso. Él no me habló más. Se quedó mudo. Se llevó a mi hija, se la llevó (lágrimas). Él no me volvió a llamar, no me fue ni siquiera a visitar. Aunque sabía mi dirección. Sólo esa noche que me quería ver, un 13 de Febrero y yo no quise. Por más que me decía que necesitaba decirme algo especial esa noche. Que quería decirme algo urgente, que estaba arrepentido. No quise saber más de él. Sólo recibí una nota que decía: -'Te quiero, Samanta'-. No supe más de él. Yo sufrí mucho... Desde entonces viví pensando solo en mi hija.

Hasta que hoy, 7 años después, justo la misma fecha en la que él quiso verme y yo no quise. En la que se llevó a mi hija. Una llamada me hizo saber de él nuevamente y se me salieron las lágrimas llenas de rabia y dolor. Un policía me llamó esta mañana...
Hoy tengo 29 años y el dilema es grande. Para unos soy una puta y para otros una prostituta más. Para los que leyeron la historia que aquel hombre que era mi 'príncipe' utilizó para difamarme. Eso soy. Mi aspecto no es saludable. Estoy muy delgada y mi dentadura hace mucho tiempo que no es revisada por un odontólogo. Mis ropas ya están viejas y, sobre todo, he aguantado mucha hambre: durante las preguntas que me hicieron y mientras escribí este relato debí tomar un café con leche urgente de los grandes con medialunas. Me estuvieron interrogando por algo que dicen que fui responsable de forma indirecta. Pues hoy martes, 14 de febrero la policía detuvo a un hombre de 34 años en su apartamento que luego se les escapó haciéndose el loco: vivía solo en una habitación, era un enfermo con depresión con revistas de pornografía por doquier. Se drogaba con pegamento. Lo detuvieron, porque tenía a su hija de 7 años vestida como yo, maniatada a su cama de espaldas, sin ropa interior, a quien violaba y llamaba 'Samanta'. La niña se llamaba 'Doris'. Doris, ese era el nombre de la hija que quería tener con Mateo. Era mi hija... No imaginan mi dolor. Ese hombre era Mateo.

¿Qué hubieran hecho ustedes en mi caso? ¿Cómo hubieran reaccionado? Yo fui al apartamento que la policía me indicó lo encontraron. Era obvio que no lo iba a encontrar allí. Sus dos primos supieron la noticia y me contactaron. Me dijeron que lo habían visto dirigirse a un viejo apartamento que tenía a las afueras de la ciudad. Yo no sabía dónde quedaba. Me llevaron. Allí afuera vi su coche. Sus primos se fueron y me dejaron allí. Toqué a su puerta y me abrió él. Saqué un rollo de dinero y le dije: -'¡Quiero sexo, puto!'- Él se sorprendió, me iba a cerrar la puerta, y yo la empujé fuerte. Saqué un cuchillo que llevaba y lo apuñalé cuantas veces pude. Lo enterré bajo un árbol que había cerca de allí... Lo maldije, lo insulté, lo irrespeté como a una puta. ¡Como a una prostituta! ¡Como él me decía que le gustaba decirme yo le dije! ¡Escupí sobre su tumba! Y como era 14 de Febrero, le dije las últimas palabras: -'¡Yo también te quería! ¡Yo quería que nos casáramos! ¡Pero menos mal no pasó! ¡Hubiera detestado ser solo una prostituta!'-

Es irónico. A pesar de todo, lo lloro. A pesar de todo, lo vengo a visitar.

(gemidos de acto sexual - acto sexual) -'¡Dime que eres mi puta! ¡Dilo! ¡Te gusta que te trate como una prostituta!'- Decía un joven de 17 años llamado Mateo a su novia. -'¡Espera, espera! ¡Yo no soy ninguna puta! ¡Yo no soy ninguna prostituta! ¡No me gusta que me trates así! ¡Yo me llamo Doris! ¡Mejor vete, ya no quiero esto! Lo siento Mateo. Es mi historia y no quiero volverla una pesadilla o una vida que poco a poco pierda sentido como si estuviera muerta en vida. Me gusta el sexo. No ser una puta. Mi nombre es Doris. Quiero seguir siendo Doris, y no esa a la que llaman Samanta, la prostituta... Y quiero despertar de esta pesadilla que he tenido, que me ha mostrado el mundo en el que no quiero estar sumergida. En el que no quisiera estar'-

El joven Mateo sorprendido: -'Oye, esta bien, tranquila, pero dime, ¿qué tienes? ¿Qué te pasó? ¿Cuál pesadilla? ¿Cuál Samanta?'-, Doris responde: -'Tranquilo, yo me entiendo'-

No hay comentarios:

Publicar un comentario