viernes, 1 de marzo de 2019

POR UN DULCE... DE PRINCESA A SAMANTA.

POR UN DULCE... DE PRINCESA A SAMANTA.
(continuación de "La Prostituta")
Autor: Juan Carlos Carvajal Escalante

"Un niño con una caja se le acercó y le dio un dulce. Tres meses después el infierno comenzó...

Mateo, así me llamo. Siento que nada pudiera hacer. Siento que ando mal de la cabeza. Me aburro fácil, me deprimo aún más fácil, y si eso fuera poco, cada vez que veo su retrato recuerdo cómo sucedió aquella tragedia del 13 de febrero por la noche que, me llevó a emprender el camino de malas decisiones hasta este día...

Y es que tuve tantas ganas de vivir, al menos así fuera pensando en el desayuno con Kelloggs del siguiente día. Al menos ese momento era el especial. Luego del desayuno, ya todo era igual. Estrepitosos ruidos, discusiones y golpes, insultos y otras más cosas que no creo alcancen a imaginar... Siempre me lo pasaba solo en mi habitación. Tomaba en ocasiones seguidas sin que mis padres lo notaran. Tuve muchas novias, todas eran muy buenas. Eran imágenes en revistas enseñando sus partes íntimas. Era una colección completa mis parejas mudas. Cada vez entre sueños alguna de ellas se me aparecía y lo hacíamos como locos tantas veces como las ganas de ambos nos pedía. A veces aparecían de a dos y otras veces juntas todas me desangraban toda la noche y al despertar al menos lo hacía con satisfacción y una leve sonrisa... Lo debo confesar, fueron las novias más lindas y complacientes que pude tener en mi vida.

Por mi ciudad, llovía casi siempre. Era raro el día que así no fuera. Una de mis distracciones favoritas, era el ver caer la lluvia. Precisamente ver a esas mujeres pasar bajo la lluvia corriendo y sus camisas mojadas pegadas en sus cuerpos. Me encantaba verlas y pensar: -'Ahí va Samanta, aquella que no volví a ver jamás en mi vida. ¿Qué será de ella?'-

Recuerdo que el día en que la vi por primera vez, fue la noche más intensa que pasé. Regresar a mi apartamento no tenía ya sentido cuando ya ella me había dado a probar del elíxir que producía en medio de sus piernas. Recuerdo que la quise volver a visitar. Recuerdo que su belleza era más que solo física, también era interna. Era misteriosa a la vez que tan llena de locura. Era tan... La veía y su olor a pasión hasta mis ojos lo percibían. ¡Uff! ¡Ella era de verdad una mujer divina que inspiraba hasta al más casto varón a destrozarla en una y mil noches más sin compasión! Pero, ¿qué sería de ella? Desde aquella noche que le quise declarar mi amor. Desde aquella mañana que un policía me llamó a darme la típica cruel noticia...

Yo había sido su confidente, el que logró lo que jamás nadie había logrado conocer, y escudriñar su corazón. Su vida más oculta. La que nadie más conoció, era ya una junto a la mía. Ya su vida y la mía eran una desde la vez que no quise solo 'coger' con ella sino hacerla mía...

Recuerdo aún detalles de su vida. Recuerdo que... Su padre y su madre no la amaban tanto como tantos en cambio sí han tenido esa fortuna. Me sentía con ella muy identificado, quizás por eso conectamos rápido nuestras vidas. Ella no tenía hermanos, solo primos y una vida solitaria entre golpes. Su única verdadera familia y amiga era sólo una muñeca a la que ella llamaba 'Doris'. Unos tíos enfermos y toda una fila de banco de hombres queriendo conocer su piel blanca de niña. Apenas entonces ella tenía 15. 15 años. Una frágil porcelana sobre el borde de una mesa en medio de una tormenta que pronto la destruiría.

Llegó a enamorarse. Me relató. Un niño un día, cuando ella reposaba triste bajo un árbol al lado de su casa, mientras yacía recostada sobre la grama, se le acercó y le dijo: -'Mira, aquí te mandan'- era un dulce. Fueron varias las veces en que el niño aquel le llegaba con un dulce. Hasta que un día ya no solo fue un dulce. También había un pequeño papel con una nota. 'Me encantas niña', eso decía. La intriga de saber quién era el autor la empezó a enamorar y a consumir. El niño aquel no volvió más...
Pero una tarde, mientras sus padres no estaban. Ella vio a su príncipe un día en un coche parar frente a su casa. -'Cuando lo vi me fascinó, y sentí de una vez que él era mi autor'- me contaba. -'Me saludó y yo quedé muda. Me dieron nervios, pero al tocar mi mano con la suya sentí tanta paz como esa que jamás había sentido. Me regaló un dulce y el corazón me brincó. Fue extraño. Fuimos a dar vueltas y conocimos a sus primos y ellos sabían todo de mí y me dijeron que él me amaba, que de hace mucho tiempo me echaba un ojo al pasar por mi casa. Que les hablaba a diario de mi. Que quería algo serio conmigo. Que quería brindarme una mejor vida distinta a esa que me encerraba con padres que no me querían. Mi máximo anhelo siempre que salía a la calle y veía a las familias pasear era tener algo así algún día. Aunque solo era una niña, al menos eso soñaba. No tenía esperanzas en nada más como una carrera, estudiar y esas cosas. Por eso, que ellos me dijeran eso eran cosas que me llenaban de ilusión, que me hacían sentir mariposas en la panza'- Todo eso me conmovió en Samanta. Sentía ganas de matar a sus padres a puñetazos. ¡Qué mierda les pasó! ¡Cómo no pensar en su pequeña hija y que morían por dentro sus ilusiones de niña! Fue tan extraño sentir que quería llorar por una historia que no era mía.
Pasó una semana y volvieron a encontrarse. Él le ofreció que le acompañara a uno de sus viajes a otra ciudad del país. Una ciudad cerca, porque le dijo que era comerciante. Ella aceptó sin mediar permiso alguno con sus padres. La llamó 'princesa' y ella me cuenta que se le enrojecieron sus mejillas.
Aquel tipo, tan puntual, llegó a la cita en su coche un viernes a eso de las 5:00 PM con rosas y chocolates a llevársela en su viaje. Samanta no tardó en alistarse, aprovechando de que sus padres otra vez no estaban en casa.
Él, el tipo ese que se la llevó en aquel coche de su casa, se ganó su confianza, le relató de su vida, que era una víctima, que en su casa lo golpeaban y Samanta por primera vez se abrió a una persona. Confió en él. En todo lo que le decía. Le contó todo lo que traía dentro desde su vida en aquella mala familia. -'Todo lo saqué con él y fue la primera persona que se enteró de todo por lo que yo pasaba y empezamos a llorar, me dijo que me entendía, que sabía lo que yo sentía, y pensé: ¡guau!'- Me relató.

Samanta, la niña Samanta. Regresó a casa de madrugada y tras bajar de aquel coche, una discusión fuerte y una gran golpiza la esperaban. Su propio padre la corrió. -'¡Eres una puta!'- le dijo. Y la corrió. -'Elegí la puerta que se me abrió. Había alguien que me ofrecía respeto, cariño, comprensión y no me fui de casa porque me corrieran. Diría mejor que escapé de casa'-, dijo ella. -'Nada en esta vida pasa porque sí, todo tiene una razón'- me contó con sus ojos aguados. Se había ido a los brazos de aquel que la subió en su coche.

Me siguió relatando su vida. Aquel hombre que la fue enamorando, que resultó tener 34 años. ¡Por Dios, ella apenas tenía 15!
La llevó a un lujoso apartamento en un edificio de 6 pisos a las afueras de la ciudad. Allí la llevó a vivir. Los primeros tres meses fueron perfectos, llenos de amor, pláticas, ropa, zapatos. Pero algo en ese edificio para ella era extraño. Mujeres entraban y salían cada semana y ese tipo le aseguró que eran comerciantes como toda su familia, pero después comenzó a hablar con la verdad. -'Me dijo que sus primos eran Proxes y yo le pedí que me explicara porque no sabía. Me dijo que cuidaban a chicas que se dedicaban a la prostitución, y me preguntaba: ¿qué pasaría si tú trabajaras de eso? Constantemente me bromeaba con esas cosas. Después me dijo que yo tenía que trabajar y que no me imaginaba lavando trastes, limpiando casas, y me empezó a explicar de qué iba a trabajar si acaso me interesaba eso, cuánto tenía que tardar y qué tenía que hacer en el cuarto'-. La vi con tristeza y sentí rabia a la vez. Ella había vivido en un ambiente de golpes y maltratos, y ahora algo más se iba a sumar en su frágil vida...

-'Me dijo que el sexo no era malo. Que no iba a pasarme nada malo mientras él estuviera conmigo. Que me iba a enseñar cómo ser buena en la cama, que como era mi pareja era normal que me enseñara cosas. Que debía aprender a explorar cosas diferentes y a conocer mi cuerpo. Que iba a enseñarme a disfrutar de mi propio cuerpo primero. Yo era una niña enamorada de un hombre que me entendía y que era mi refugio. Confié en él. Me enseñó cosas. Me tocó muchas veces y me gustaba. Sentía corrientazos extraños cuando lo hacía, pero me gustaba. Me besaba por el cuello y las piernas. Yo temblaba, pero me gustaba. Me tomó la mano y me la llevó a adentro de su pantalón. Me dijo que me tranquilizara. Que era normal porque éramos pareja. Que eso hacían las parejas. Jamás había hecho eso y sentirle su 'cosito' duro y mojado fue extraño. Fue raro e incómodo. Yo saqué mi mano de inmediato. No fui capaz de seguir. No sentía nada al hacerlo. Pero él siguió tocándome. Me tocó allí abajo y aunque al principio fue fastidioso y no me sentía bien, después me gustó mucho debo decirlo'- Ella al contarme esto, me excitaba. Era extraño. Al principio sentía rabia, tristeza por su vida, pero ahora sentía en ese momento ganas. Excitación. No aguanté las ganas y la empecé a tocar yo. Ella se excitó también. Tuvimos sexo. Fue un sexo tan ardiente. Muy apasionado y algo sucio. Fueron los 45 minutos más intensos hasta ahora de toda mi vida...

Al terminar juntos aquella apasionante pausa activa, le seguí preguntando. Quería seguir sabiendo más de ella. Lo que aquel tipo le estaba enseñando. Lo que ella pasó en aquel tiempo. No les cuento lo que pasó luego, porque estamos hablando de una niña de apenas 15 años frente a un tipo de 34. Sólo diré que aquel tipo logró abusar de ella. ¡Sí! ¡Porque eso fue un maldito abuso!
-'Esa fue mi primera vez con un hombre'- me comentó. -'Luego de esa vez, pasó 1 año. No volvió a tocarme esos temas de prostitución. Pero en cambio sí hicimos muchas fantasías. Hicimos muchas cosas juntos. Unas muy románticas y otras muy íntimas. Muy sexuales. Muchas de esas fueron cosas que no imaginas Mateo. Incluso, él logró convencerme de estar con uno de sus primos. Me dijo que pensara que estaba con él. Lo hice pensando en él. Me enseñó a beber, a fumar, y me dijo una vez que tomara unas pastillas que hacían que yo no sintiera cosas raras o nervios. Las tomé. De verdad confiaba mucho en él. Recuerdo que una noche, hablando con él y sus primos en la sala del apartamento, uno de ellos sacó un polvo blanco y empezó a meterlo en su nariz delante de nosotros. Mi pareja también lo hizo y luego su otro primo. Yo estaba vestida con un short y una pequeña blusa que apenas llegaba a mi ombligo. Él de repente empezó a tocarme las piernas y delante de sus primos empezó a decirme que se estaba excitando. Yo también me estaba excitando. Sus primos al verlo a él haciendo eso, también se estaban excitando. No pensé en ellos, solo en lo que yo sentía. Empezó luego a besarme y excitado me decía al oído que si también quería dejar que sus primos me tocaran. Yo le decía que no. Él seguía y yo me excitaba más. Me excitó tanto que resulté sin darme cuenta siendo tocada por uno de sus primos. Su primo me besaba el cuello. Me excitó mucho más, y luego su otro primo también empezó a tocarme'- ¡Uff! No lo van a creer pero, nuevamente al oír eso me dieron nuevamente ganas de otra pausa activa con Samanta. Lo siento, pero soy solo un hombre. Soy humano y siento. Ella también sintió.

Despues de la segunda pausa activa juntos, ella prácticamente me dio a entender que por primera vez experimentó un trío. A los días siguientes a eso que pasó, me contó que su novio le había vuelto a mencionar el tema de estar con otro hombre. Que era una de sus fantasías. Que quería sentirme como una verdadera puta. Que eso le excitaba. Yo acepté. Ya estaba muy enamorada de él. Cuando estuve con otro hombre, éste me preguntaba que por qué el chico que decía que me amaba me hacía daño, que por qué dejaba que otras personas me tocaran si decía que quería una familia conmigo. Ese hombre me hizo entrar en razón. Me hizo pensar mucho en la vida que estaba llevando. No era la vida que había soñado cuando tenía 15 años. Yo ya tenía 16 años. Pensé mucho en eso por muchos días. Me sentía ya muy extraña junto al que creía mi príncipe. Ya no era ese príncipe... Fue tanto lo que pensaba y que sentí, que un día me decidí por irme sin decirle nada. Me regresé a la casa de mis padres... Mi madre al regresar, me vio. Lloró al verme. Me dijo que le dolía mucho lo que mi padre había hecho. El hecho de haberme corrido de la casa. Que ella ya no vivía con él. Que él se había marchado con otra mujer...'-

Hice otra pausa, tranquilos, no era una pausa activa de esas que ya se imaginan. Esta vez, la invité a salir del apartamento, compré dos jugos naturales y la llevé a caminar. Fuimos a caminar al malecón de la ciudad. Caminar a orillas del río de un lado y al otro las tiendas de ventas. La brisa era fresca y la sombra de los árboles nos cobijaba. Era todo muy a gusto. Le pedí que me siguiera contando su historia, y ella prosiguió...
Me contó que entre sus 16 y 19 años, en ese periodo, su madre empezó a salir mucho con amigos. Casi no pasaba en casa. Y que a su casa empezaron a llegar mucho sus tíos. Dos tíos que tenía, que desde siempre la intentaban a morbosear, y seguían de nuevo viéndola de forma extraña. Empezaron a ser frecuentes sus visitas, y la molestaban con palabras algo atrevidas y de doble sentido. Ella los ignoraba, pero sin embargo pensó en tener novio para evitar que sus tíos la molestaran. Fueron relaciones igual o incluso más apasionadas. Samanta ya era una experta en muchas cosas a su corta edad. Tuvo dos novios.

Aquí viene la parte crucial en toda su historia. Su último novio, ¡jah! Un día, mientras estaba con ella en medio de su excitación, la confundió con una mujer distinta. Quizás una novia o una ex novia. Ella no lo pudo comprobar. La llamó 'Samanta'. Ella me relató que se levantó de allí y se marchó luego de abofetearlo fuertemente con tanta rabia. Se sintió como 'la otra'. No quiso volver a saber de novios. No quería saber más de es cuento de los 'príncipes'. Pero... En medio de tantas cosas que había vivido y experimentado hasta ahora, admitió algo. Le gustaba demasiado el sexo. Ya sentía que era parte de su vida como respirar. Me comentó que, además de sus tíos, habían también dos primos que empezaron a ser muy amistosos con ella. Muy amables. Primos que no lograban disimular las ganas que tenían de estar con ella. Ella lo sabía... Ella confiesa que, sus primos eran muy apuestos. Que tenían atractivos físicos que a ella algo le llamaban la atención. Tanto así que, a sus 22 años, en fecha de su cumpleaños, luego de mucha insistencia en medio de los efectos del alcohol en una fiesta que se organizó, sus primos lograron conseguir lo que querían. No me dio los detalles de lo que pasó de forma obvia... Pasó lo que se supone tenía que pasar. Nuevamente, con dos tipos. ¿Fuera de control ya esto, no? ¿Algo enfermizo? No sé, a veces quizás las cosas solo se dan cuando no hay una buena formación y relación familiar entre padres e hijos. Cosas así suelen pasar... No la juzgo. Yo andaba igual o quizás peor. ¿Qué moral tendría si trataba de novias a mujeres en revistas de porno? Me masturbaba con tanta intensidad y de tal forma como si las tuviera en frente... Le hacía el amor a mis manos, ¡por Dios!

En fin, ella siguió contándome. Su madre apareció muerta en la calle un 13 de Febrero. La policía le notificó que un hombre la había querido acceder ofreciéndole dinero. Ella no accedió. Y la mataron. Su madre salía mucho con amigos, porque sencillamente era una prostituta. ¡Vaya forma de enterarse!

Samanta, no soportó el dolor de su vida, de la pérdida de sus padres, de la pérdida de su mejor etapa. Su niñez. Su adolescencia no existía. Se marchó de su casa y deambuló errante buscando alejarse de las partes que la hacían recordar su difícil vida. Alejarse de los tristes y amargos recuerdos.

En su caminar perdido, el destino la volvió a encontrar con aquel hombre que un día la subió en su coche. Esta vez, él no la quería como su novia. Ella no lo veía ya como su 'príncipe'. Al verla, él sólo pensó en sumarla a su negocio. ¿Recuerdan cuál era su negocio? -'¡Hola princesa!'- así comenta que la saludó. Ella me relata que le respondió: -'No me digas princesa, dime Samanta'-

Así empezó. Todo fue un mar de momentos difíciles para ella. Ella quería solo borrarlos. No recordarlos. El método, la prostitución. Al fin aquel tipo del coche había logrado lo que quiso. Sus primeros clientes eran de 30 a 40 clientes por día, hombres e incluso mujeres. Su cuerpo soportaba horarios laborales de 6 horas y los fines de semana se prolongaban más. Necesitaba analgésicos para aguantar. -'Desde la primera vez sabía que estaba ya muerta en vida. Me tocaron diferentes hombres y las chicas jóvenes somos solo carne fresca. Me insultaban, pegaban, escupían, no me respetaban y así pasaban días, semanas, meses, pero eso ya no me importaba... Hasta que se convirtieron en cuatro años. Yo solo no pensaba en la labor sino en las ganas y el placer que de alguna forma no se iban de mi. En tiempos libres me comía un dulce, y lo saboreaba como si fuera un pene'-, me comentaba ella. Increíble. Siguió relatándome...
-'Yo tenía un cliente favorito; un hombre de 53 años que me tenía mucha confianza. Venía todos los viernes en la noche e íbamos a su casa. Una noche quedé con dos amigos ladrones para que esperaran cerca de su casa. Cuando llegamos a la casa yo les di entrada a los dos. Yo estaba muy cansada y mis compañeros drogados. A mi cliente lo maniatamos y lo sentamos en una silla. Mis amigos le pegaron para que dijera dónde estaba la plata hasta que habló. En ese momento me dio un ataque de como de epilepsia o algo así y caí al piso. Mis amigos hijos de puta se fueron con la plata y me dejaron allí. Cuando llegó la policía estaba tirada en el piso y mi cliente atado: mordí la mano que me daba de comer. Me arrepentí de haber hecho eso. Por ese robo con armas, fui condenada a 4 años de prisión. Me reunieron en la misma celda con otras mujeres que habían sido prostitutas. Las autoridades que nos tenían que vigilar también se ocupaban con nosotras, llegaban a eso de las 11:00 PM y se metían con nosotras en la celda; mal nacidos con uniforme se desfogaban sus ganas con nosotras. Se supone que ellos solo nos tenían que vigilar y no, también nos trataban como una cosa'- ¡Qué mierda! ¿Es en serio?

No pensó en escapar porque quería solo la libertad pronto. Eso me decía. Pero tuvo una forma, y era hacerse pasar como una loca, así es, como una loca. Al menos la trasladarían a un manicomio y estaría fuera de esos abusos. Lo hizo así. La llevaron a un manicomio. -'Al principio fue difícil, pero como todo terminé por adaptarme a las drogas que me suministraban. Tuve varios abusos, pero, ¿Sabes? Al fin en ese sitio aunque sea gracias a medicamentos, pude conocer de nuevo el sueño. Volver a dormir. A descansar. Aunque confieso que muchas pesadillas me han estado instigando, y a veces siento que en realidad sí estoy volviéndome loca. Incluso pienso que hablar contigo Mateo es solo parte de una de esas pesadillas. Que estoy solo relatando algo de mis pesadillas'-

¡Espera! ¿Cómo así? ¿Que soy parte de un sueño, de una pesadilla de Samanta? Ahora siento que el loco soy yo...

(suena un celular) Abro los ojos, son las 6:00 AM del 14 de febrero. Llaman a mi celular. Contesto. Un policía está en la línea... (un breve silencio). Mis lágrimas salen...

¡Samantaaaa! ¡Noooo!

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